Un sacerdote católico muestra en plena homilía el verdadero “amor cristiano, ese fanatismo que antepone la sumisión a las creencias a cualquier otro tipo de consideración.
En un mundo arrasado por la actual pandemia coronaviral, creyentes de todas las religiones olvidan las más mínimas normas de seguridad y se reúnen ansiosos en sus templos a implorar una ayuda divina que nunca llegará.
¡Y pobre del que mantenga un poco de cordura y decida no acudir a esas fiestas cristianas de propagación del coronavirus en las que se han convertido las celebraciones religiosas! Porque entonces aparece el talibán de turno, como un sacerdote brasileño, que considera tan sagrado el deber de acudir a misa que deseó la muerte a todos aquellos creyentes tan cobardes que se quedan en casa en lugar de acudir a escucharle sus barbaridades con las siguientes palabras
"Espero que no haya vacuna para estas personas o que mueran antes de que llegue la vacuna"